Bastará con haber habitado durante algunos años el mundo de la información tecnológica para experimentar el fenómeno: nace una tecnología o servicio, es ampliamente publicitada como la mejor solución a un problema específico, surgen casos de éxito y estadísticas que prometen un futuro brillante, pero de pronto el entusiasmo comienza a bajar, las cifras a mirarse con ojos más pesimistas y las promesas a verse más bien distantes. Es el hype, o entusiasmo excesivo por una novedad, y puede llegar a dirigir por el camino errado a las compañías que no logren diferenciarlo a tiempo. Lamentablemente, mirar más allá del hype no es tarea fácil.
El caso más emblemático es quizás el de Theranos, una compañía fundada en el 2003 por Elizabeth Holmes que prometía contar con una revolucionaria tecnología capaz de realizar una infinidad de pruebas médicas con tan solo unas gotas de sangre, a un precio mucho menor y con un proceso más rápido que lo actuales. Theranos obtuvo más de $700 millones de dólares de inversores en sus primeros meses, y alcanzó una valoración de $10,000 millones de dólares en 2014. La empresa tenía el apoyo de hospitales y el dinero de personalidades como Ruper Murduch, la familia Walton (fundadores de Walmart), e incluso Carlos Slim. Luego de dos años sin lograr presentar un producto viable, una investigación periodística descubrió que todo era un fraude: nunca existió la tecnología ni los medios para habilitarla.
En las IT los ejemplos son menos catastróficos pero muy abundantes. Tecnologías que hoy tienen un desarrollo mayor y que ya están presentando resultados, como la nube o el IoT, fueron durante muchos años poco más que hype publicitario. El blockchain es otro caso que vive un poco a medio camino entre el hype y lo real: funciona y tiene aplicaciones, pero dista mucho de habilitar la revolución que prometía en 2011, cuando vio la luz.
Gemma Milne, consejera para la Comisión Europea y el Foro Económico Mundial, jurado de innovación en SXSW, y autora de ciencia y tecnología en medios como Forbes, The Times y BBC, vivió en carne propia la frustración y los problemas asociados al hype y decidió hacer algo al respecto. El resultado fue Smoke & Mirrors: How Hype Obscures the Future and How to See Past It, una investigación que aborda algunos de los problemas tecnológicos que más impacto tienen en la sociedad y cómo el hype ha contribuido a ralentizar avances significativos.
De acuerdo con Milne, hay muchos tipos distintos de Hype, pero el libro se concentra en el tecnológico y lo divide en tres categorías: el “Ahora”, que explora el impacto actual en el mundo; lo “Futuro”, que trata sobre cómo el hype afecta el desarrollo en diversos campos; y lo “Próximo”, que discute cómo el hype paraliza el pensamiento crítico y daña el progreso.
La autora explora nueve tecnologías diferentes para probar sus puntos: cultivo vertical, curas al cáncer, baterías, fusión nuclear, viajes espaciales comerciales, computación cuántica, interfaces cerebro-computadora, toma de decisiones algorítmicas y vida extraterrestre, pero las conclusiones y aprendizajes pueden aplicarse a cualquier innovación.
“La investigación surgió desde un lugar de frustración. Hay mucho hype allá afuera y nadie sabe cómo navegarlo”, explica Milne en una entrevista para Extraordinary Business Books. “Pero descubrí que el hype no siempre es una mentira. Existe una diferencia entre fake news, desinformación y exageración, así que quise explorar cuál era la mano invisible detras del hype y cómo enfrentarla”. La autora llega a la conclusión de que el hype puede ser una buena herramienta, que dependerá de cómo se use y la intención de fondo. La clave es abordar la información siempre con un pensamiento crítico, no dejarse llevar por las narrativas que los medios y las empresas quieren alimentar.
Cuando el hype no es una herramienta, sin embargo, puede tener consecuencias graves. Smoke & Mirrors… dedica buena parte de sus páginas a explorar cómo la inversión y el esfuerzo que se ha puesto sobre algunas tecnologías que no contaban con resultados realistas, terminaron por hacer más lenta la evolución de otras que sí, o que podrían haber tenido un impacto mayor sobre el bienestar general. Al mismo tiempo, aborda la problemática de que sean las empresas y los millonarios quienes están decidiendo qué tecnología importa y cuál no.
La investigación es especialmente relevante en una época en que se suceden nuevas y prometedoras tecnologías, apoyadas por fuertes inversiones y una gran maquinaria publicitaria. Milne demuestra que con un poco de espíritu crítico, sabiendo qué elementos mirar con detenimiento, y sin dejarse engañar por palabras edulcoradas, cualquier organización puede ser a prueba de hype.