Septiembre es el mes del testamento en México, una campaña gubernamental pensada para promover una cultura de previsión y seguridad jurídica en el derecho a heredar. Durante este periodo, los notarios de todo el país extienden sus horarios de atención, brindan asesoría jurídica gratuita a las personas y bajan sus honorarios, para facilitar y fomentar el otorgamiento de testamentos.
Pero hay un elemento que no siempre se toma en cuenta: ¿Qué pasa con toda la información digital, acceso a redes sociales, fotografías, o incluso el correo, una vez que se fallece? Alternativas como confiarle (en vida) las contraseñas a alguien no siempre va a ser lo más seguro ni conveniente. Además, con el dinero cada vez mayor que generan propiedades digitales como canales de YouTube y TikTok, cuentas en Instagram y diversas plataformas de influencers, el legado no se limita solo a recuerdos y conversaciones, sino también a dinero contante y sonante.
La legislación mexicana no tiene un mandato específico para estos casos, aunque la Ley General de Protección de Datos Personales permitiría solicitar los accesos en situaciones específicas, siempre mediante juicio y solo en el caso de que el dueño haya dejado sus claves localizables. Por lo tanto, depende de cada uno asegurar sus propiedades digitales para la posteridad.
La opción más tradicional es adjuntar una carta al testamento oficial que incluya las credenciales de todas las cuentas que quieran legarse o eliminarse, con instrucciones específicas y la definición de uno o varios “ejecutores digitales” encargados de cumplir estos mandatos.
Hay otras alternativas menos engorrosas: Google, por ejemplo, tiene un Administrador de cuenta inactiva, que permite definir cuánto tiempo debe pasar sin que el dueño de la cuenta interactúe con ella para que Google asuma que está muerto y le entregue la información a quien se haya elegido previamente. También puede simplemente borrar toda la información.
Un dato espeluznante es que 30 millones de usuarios de Facebook murieron en los primeros 8 años de su existencia. Se proyecta que en la década del 2030 el número de muertos en esta red superará a los vivos. Es por esto que la empresa liderada por Mark Zuckerberg habilitó hace mucho tiempo la alternativa de transformar el perfil de las personas en un “memorial”, para que familiares y amigos puedan dejar mensajes y recordar al difunto. El proceso implica comprobar un parentesco cercano, o por lo menos una amistad profunda. De todas formas, la compañía advierte que no pueden proporcionar información de inicio de sesión de la cuenta de otra persona, ni siquiera en estas circunstancias, por lo que cualquier dato personal que quiera extraerse de la cuenta estará perdido para siempre.
Otras redes sociales como Linkedin, Twitter, Pinteres o TikTok tienen normativas más opacas, y los familiares de los fallecidos pueden encontrarse completamente aislados de la información, o verse obligados a comenzar una larga batalla legal.
Automatización post-mortem
Para ahorrarse inconvenientes de ese tipo, han surgido numerosos servicios en los últimos años. Con nombres como Once I’ve Gone, Safebeyond y Everplans, estas empresas permiten especificar reglas que confirmen la muerte del usuario y automaticen la entrega de información a seres queridos, el cierre de cuentas o incluso la publicación de palabras finales, videos y fotos. Los más sofisticados incluso incluyen información financiera, de seguros, y prácticamente todo lo que los deudos necesiten para facilitar trámites.
En el caso de querer legar solo las contraseñas a personas específicas, administradores de credenciales como Keeper y Dashlane ya están incluyendo alternativas de acceso de emergencia, ligadas a cuentas específicas. Aunque si se ingresa exclusivamente con huella o reconocimiento facial a algunas aplicaciones o al teléfono, el proceso podría volverse imposible.
¿Qué va a pasar con todos los libros, películas, aplicaciones y música que se compraron digitalmente? Pues hay muy malas noticias. Dado que la mayoría de tiendas digitales solo venden licencias de uso, la verdad es que el comprador nunca posee esa información. Técnica y legalmente, si los familiares del fallecido escuchan su biblioteca de iTunes después de que muere, incluso si este les dejó sus contraseñas, estarían incurriendo en piratería.
La información personal tiene cada vez más valor, y es muy difícil que esta situación retroceda. Por lo mismo, una buena actividad para el mes del testamento sería no solo asegurar que todo esté en orden con los bienes materiales, sino también con los digitales.
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