Los progresos tecnológicos del 2010 al 2020 serán recordados como una revolución sin precedentes que cambió al mundo por completo.
La aparición y consolidación del cloud computing, la amenaza para los bancos y muchos nuevos millonarios que trajo el blockchain o la aceleración de la producción gracias a conceptos como industria 4.0 o metodologías como Agile apenas sirven como introducción para las profundas transformaciones que sufrió la humanidad en esta década gracias a —o por culpa de— la tecnología.
Los nuevos años 20 se inaugurarán con un planeta que utiliza internet para todo, que automatiza y vuelve inteligente hasta los cepillos de dientes y cuyas organizaciones se enfrentan a la máxima apocalíptica de transformarse o morir.
A continuación recopilamos algunas de las tecnologías que más impacto tuvieron en este periodo.
Inteligencia artificial
A pesar de ser una de las ganadoras indiscutibles los progresos tecnológicos , la inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés) tiene tanto espacio para crecer que será posiblemente en los próximos 10 años donde se vea realmente su consolidación en todo lo que la tecnología toca.
La década de 2010 partieron para la AI con la victoria de la computadora IBM Watson en Jeopardy. Fueron avanzando con temores crecientes al impacto que los robots tendrían en la pérdida de trabajos humanos a gran escala, pero para finales de la década la integración de la inteligencia artificial en el día a día de las personas (tanto en su vida diaria como en el trabajo) ha abierto una gran cantidad de puertas y nuevas oportunidades de negocio.
Su impacto en analytics, automatización de procesos, chatbots, inteligencia de negocio e Industria 4.0 dio forma al escenario mundial de las IT que habitamos hoy en día. Imaginar un mundo que crezca sin el aporte de la inteligencia artificial es a estas alturas imposibles. Los números apoyan la tesis: el gasto global en AI alcanzó en 2019 $37,500 millones de dólares y para el 2023 se espera que esta cifra crezca dos veces y media, hasta los $97,900 millones de dólares.
La nube
Pocas tendencias o tecnologías han cambiado el mundo tanto y tan rápido como el cloud computing. Esta alternativa al modelo tradicional de consumir recursos IT, con su habilidad de entregar amplios poderes digitales y escalabilidad a bajo costo, tuvo su nacimiento comercial el 2006, de la mano de Jeff Bezos y su Elastic Compute Cloud (EC2), bajo el alero de Amazon Web Services, dos años después Google daría el salto con su Google Cloud Platform (GCP) y aún dos años más tarde Microsoft se subiría al tren con Azure. Pero fue en la década más reciente donde esta tecnologías se consolidaron, comenzaron a ampliar sus ecosistemas y a generar nuevas formas de aproximarse al trabajo IT. La aparición de modelos de consumo Everything-as-a-Service son prueba de la fuerte transformación que la nube operó en las organizaciones, mientras el debate en torno a los beneficios de la nube pública, privada, híbrida o especializada dan testimonio de lo mucho que le queda por evolucionar.
Open Source
El código abierto solía ser mirado en menos tanto por desarrolladores como por los consumidores. Nadie esperaba que las comunidades consiguieran autorregularse para generar software seguro, confiable, con soporte permanente y calidad empresarial a precios bajos, pero iniciativas como Github y Red Hat evolucionaron tanto qué gigantes como Microsoft e IBM se vieron obligados a comprarlos para aprovechar su competitividad. Los años recientes han visto el crecimiento del Open Source no solo en el software sino también en el hardware, una tendencia que muy probablemente se consolidará en la próxima década.
Seguridad
En el 2010 ninguna compañía pensaba en contratar a un Chief Security Officer o similar. La seguridad se limitaba a proteger el perímetro, y enfrentar la ocasional amenaza de los hackers, pero las fuentes de amenaza se multiplicaron tanto y se volvieron tan sofisticadas que hoy en día las organizaciones prácticamente deben vivir en un estado constante de guerra. El cibercrimen se transformó en uno de los negocios ilegales más rentables del mundo y cualquier persona con un poco de dinero extra puede acceder a software de alta complejidad para violar la seguridad de una empresa poco preparada, o a una red de bots dispuestos a sobrecargar los servidores de quien sea. La nueva norma es vivir bajo ataque, y por lo mismo los trabajos y las certificaciones en ciberseguridad son algunas de las que mejores oportunidades presentarán para los especialistas IT en la próxima década.
4G
La gran mayoría de los grandes progresos tecnológicos de la década se deben al aumento de las velocidades de transmisión de datos y a la reducción de sus costos. La posibilidad de, además, estar conectado en todo momento y lugar a esas velocidades revolucionó el consumo digital y consolidó la economía de las apps. Esta evolución de la conectividad también aportaría a los trabajos remotos, la Industria 4.0, y una plétora de aspectos de las labores diarias, pero quizás el cambio más significativo fue humano: hoy es casi imposible pensar en una sociedad para la que no está disponible todo el contenido de internet en todo momento y en la palma de su mano.
Internet de las cosas (IoT)
Hace 10 años, en una conferencia tecnológica al azar, se hablaba de una meta: algún día se alcanzarían un billón (1012) de dispositivos conectados a la internet, algo así como 100 aparatos por persona sobre el planeta.
La cifra era casi mágica, pocos optimistas confiaban que se alcanzaría, y de lograrse sería en un lapso muy largo de tiempo. Sin embargo, el crecimiento de tecnologías de conectividad, la disminución de los precios en hardware como sensores y chips de cómputo y los beneficios probados del Internet of Things en todo tipo de organizaciones han hecho de todos esos ceros algo mucho más realista.
De acuerdo con Arm, el mayor fabricante de procesadores del mundo, se deberá esperar aún hasta 2035 para conseguir la meta de vivir en el Internet-de-Todo, pero mientras tanto organizaciones de todo tipo ven al internet de las cosas (IoT) como parte ineludible de sus inversiones futuras, e irán escalando cada vez más rápidamente hacia ese soñado trillón de conexiones a la red (y su valor proyectado de $11 billones de dólares).
Big data y analytics
Cada minuto, Estados Unidos genera más de tres millones de gigabytes de datos. Se proyecta que en 2020 por cada ser humano sobre el planeta se crearán 1.7 Mb de información por segundo.
Los datos se han ganado el apodo del “petróleo del siglo XXI” y la comparación hasta podría quedarse corta: el mercado de Big Data proyecta crecimientos de $42,000 millones de dólares en 2018 a más de $103,000 millones en 2027, un ritmo de 10% anual.
Por otro lado, de acuerdo con un estudio de Accenture, cuatro de cada cinco ejecutivos concuerdan en que las compañías que no abracen el big data perderán su posición competitiva y podrían extinguirse.
Coincidentemente, ese mismo 83% de empresas ya están persiguiendo proyectos basados en datos para obtener una ventaja competitiva. Muchas de las grandes decisiones en las organizaciones hoy en día no se toman sin antes consultar una base de datos demasiado grande para las capacidades humanas, con la confianza de que cada vez más y mejores algoritmos y procesos lograrán descubrir la nueva veta millonaria, o la secuencia de eventos que harán saltar al negocio al siguiente nivel. Esta década hizo despertar al gran monstruo de los datos, los siguientes 10 años verán su dominio alcanzar a prácticamente todos los aspectos de la vida humana.