Gartner estima que, para el año 2020, más de la mitad de los nuevos sistemas y procesos de negocios tendrán ya algún elemento vinculado con Internet de las Cosas (IoT). Para este año 2018, la consultora prevé que el gasto en IoT de las empresas llegará a $772,500 millones de dólares, mientras que, para 2020, espera que en América Latina la compra de dispositivos 4G crezca 57% y la inversión en sensores IoT lo haga en 120%.
Lo anterior implica nuevos desafíos para las empresas, y uno de los de mayor impacto se relaciona con la seguridad.
Pablo Dubois, gerente de Productos de Seguridad de CenturyLink para América Latina, indica que la llegada de IoT expone a las personas y a las organizaciones a una serie de peligros y vulnerabilidades que pueden afectar a la infraestructura digital y, por consiguiente, el acceso y la disponibilidad de información estratégica.
“La mayor cantidad de dispositivos que componen estas redes no han sido creadas teniendo en cuenta la seguridad, quedando esta parte relegada y más a cargo del cliente que, en algunos casos, poco puede hacer”, apunta.
Según Dubois, otro factor determinante es la rapidez: si un criminal encuentra una vulnerabilidad podría ser capaz de infectar cientos de miles de dispositivos muy rápidamente, debido a que no siempre hay una monitorización activa por parte del usuario.
“Un ejemplo de esto son las botnets Mirai y Bashlite que, a fines de 2016, fueron fuente de ataques de denegación de servicio (DDoS) con volúmenes que han superado los 600 Gbps de tráfico de ataque”, destaca.
El ejecutivo considera que, debido a lo anterior, la estrategia de seguridad para proteger el ecosistema informático y las operaciones de las empresas y organizaciones debe abordarse de manera integral, colaborativa y en tiempo real.