Nadie quiere ser suplantado, menos cuando implica que hagan compras no autorizadas, cometan fraude o pongan en riesgo la información empresarial usando la propia identidad. El tema cobra relevancia hoy, 8 de junio, Día mundial contra la Falsificación, que se creó para generar conciencia sobre los peligros de la suplantación de identidad y las peligrosas amenazas contra la privacidad y la reputación online.
Tan solo en Estados Unidos, durante 2020, los ladrones de identidad duplicaron sus actividades respecto a 2019. En el primer año de la pandemia se reportaron 1,387,615 casos, cifra significativamente mayor que los 650,523 reportados en 2019, de acuerdo con cifras de la Federal Trade Commission (FTC).
En 2020, el organismo recibió más de 2.1 millones de reportes de fraude. Los consumidores reportaron pérdidas por más de $3,300 millones de dólares por actividades fraudulentas en 2020 (cifra que en 2019 fue de $1,800 millones de dólares). En 406,375 reportes de robo de identidad, las víctimas dijeron que su información se había utilizado de mala manera para solicitar permisos de conducir, pasaportes y otros documentos emitidos por entidades gubernamentales o beneficios como un seguro de desempleo. Durante 2019 el número fue de 23,213, por lo que solo este rubro creció 17.5 veces.
En Estados Unidos, una persona a la que le han robado la identidad tiene derecho a:
- Crear un reporte de robo de identidad ante la Federal Trade Commission (FTC)
- Poner una alerta de fraude —por un año— en su reporte de crédito
- Poner una alerta de fraude extendida a siete años en dicho reporte de crédito
- Obtener copias de su reporte de crédito
- Pedir que se quite (o se bloquee) la información fraudulenta de su reporte de crédito
- Poner en controversia la información fraudulenta o equivocada en el reporte de crédito
- Detener la actividad de compañías de crédito y cobradores acerca de las cuentas fraudulentas reportadas
- Obtener copias de documentos relacionados con el robo de identidad
- Hacer que los cobradores ya no lo contacten
Cifras en México
En México, se tipifica como delito el robo de identidad cuando alguien adquiere por cualquier medio, información personal y financiera, con la intención de suplantar la identidad de un tercero, con el fin de cometer conductas ofensivas, obtener recursos monetarios o beneficios financieros a su favor, o cometer cualquier otro delito.
En mayo de este año, se trabajó en el Senado una iniciativa con proyecto de decreto para adicionar un articulo 430 al Código Penal Federal y así tipificar a nivel federal el delito de usurpación de identidad. Durante la presentación se mencionó que para el primer trimestre de 2020 se tenían registradas 32,526 denuncias por el posible delito de robo de identidad. La iniciativa se turnó a las Comisiones unidas de Justicia y de Estudios Legislativos, pero sigue sin avanzar.
En 2020, según datos del Banco de México (Banxico) y firmas especializadas, México ocupó el octavo lugar en este delito en el mundo y el segundo lugar en América Latina. Las estimaciones indican que 67% es por pérdida de documentos, 63% por robo de una cartera y portafolios, mientras que en 53% se toma la información de una tarjeta bancaria.
Prevenir antes de lamentar
Como siempre, la prevención debería ser regla en estos casos. Por ejemplo, habría que pensar en el riesgo que se corre antes de publicar en redes sociales la foto de la huella dactilar luego de emitir el voto o no compartir datos personales con desconocidos, pues basta un descuido para ser víctima de robo de identidad.
En el micrositio Identidad Segura, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai) brinda información y herramientas para que la gente sepa cómo proteger sus datos personales.
¿Qué debe hacerse si se ha sido víctima de este delito? Cynthia Solís, socia de LexInf, recomienda como primer paso denunciar el hecho ante el Ministerio Público. “Lo ideal es hacerlo y dar seguimiento al caso, que se abra una carpeta de investigación y estar pendiente de sus avances. Así, se tendrá una evidencia de que se ha dejado claramente establecido que alguien más se estaba haciendo pasar por uno mismo. De esta manera, si el día de mañana la propia identidad se relaciona con hechos presuntamente delictivos, la persona pueda acreditar que lo denunció en su momento.”
Lo mismo sucede si la persona pierde sus identificaciones, ya sea por un asalto o por un descuido. Este escenario se presenta con frecuencia, pues nueve de cada 10 mexicanos suele llevar consigo información suficiente para ser víctima de robo de identidad: 86% lleva en su cartera la credencial para votar; 49%, tarjeta de débito; 30%, licencia de manejo; 27%, tarjetas de tiendas departamentales y 17%, tarjetas de crédito, de acuerdo con la compañía CPP México.
Ante la pérdida de este tipo de documentos también se recomienda levantar un “acta especial”, en donde se establezca la pérdida o robo, según sea el caso, de las identificaciones. Solís extrapola esta situación y ejemplifica con la pérdida de la Visa para entrar a Estados Unidos: Alguien más la utiliza para entrar aquel país, comete hechos ilícitos allá y entonces, la Interpol buscará al titular de la Visa, a quien señalará como culpable.
La entrevistada indicó que si la suplantación de identidad conlleva que alguien esté solicitando créditos a nombre de la víctima, hay que dar aviso a la institución financiera que aclarar que no se solicitó ningún crédito. Lo mismo aplica en el caso de contratación de servicios: si, de repente, la persona recibe una factura de una línea telefónica que no contrató, hay que demostrar la inexistencia de la relación jurídica, obtener el contrato que presuntamente se firmó y demostrar que no fue signado por uno.
Para Solís, contar con más de una identificación puede ser útil en estos casos, porque sirven para acreditar la propia identidad. También se pueden presentar hasta pruebas de ADN realizadas previamente, para cotejarlas con el usurpador o sus familiares, y tener evidencia que esa otra persona no tiene nada que ver uno; también se pueden presentar testimoniales.
Cuidado de la identidad digital
En el aspecto digital, últimamente se está incrementando la clonación de perfiles de redes sociales. Se coloca la fotografía y el nombre de la víctima, se hacen pasar por ella, agregan como amigos a sus contactos y empiezan a pedirles dinero en su nombre. Aunque sea poco lo que pidan, en volumen se hacen de una buena cantidad de dinero. Para contrarrestarlo hay que dar aviso a los contactos en esa red social y no aceptar a cualquier persona como “amigo”. Alguien puede merodear y con dos horas de stalkeo obtener mucha información de la víctima potencial. En el caso de Twitter existe la opción de verificar la cuenta, y se recomienda hacerlo.
Ante esto, Solís sugirió hacer Ego Surfing, es decir, buscarse en Google. Ahora es posible configurar alertas que notifiquen cuando alguien mencione el nombre de uno y monitorear el propio perfil.
Otra recomendación es cambiar contraseñas periódicamente. Luego de una vulneración a alguna red social, los nombres de usuario y sus contraseñas pueden estar a la venta en el mercado negro. Si ya se conoce el correo electrónico y determinada clave, los atacantes van a utilizar esas mismas llaves en diferentes redes para ver cuál funciona. Por ello, si hay una vulneración en una plataforma a la que se tenga suscripción, es conveniente actualizar todas las contraseñas. Una buena higiene digital sería hacer esos cambios periódicamente. Al respecto también habría que usar contraseñas que no sean predecibles y que no tengan relación con la plataforma.
Revisar los avisos de privacidad es otra buena costumbre, para detectar qué empresas se preocupan por este tema y cuáles no. Es válido preguntar quién será el que trate los datos recolectados, pues debe tener nombre y apellido. Hay que transparentar qué entidad o persona física están detrás de la privacidad de los datos.
Robo de identidad según legislación mexicana
Solís, también doctora en Derecho Privado y Ciencias Criminales por la Universidad Paris-Saclay, considera que el problema es que el robo de identidad no está reconocido como delito federal en México. Actualmente, solo la Ciudad de México, el Estado de México, Baja California y Jalisco lo reconocen como delito.
En la Ciudad de México las sanciones van de uno a cinco años de prisión. En caso de que una persona se esté sirviendo de elementos que comparta con la víctima, como son la homonimia, el parecido físico o el parentesco —como en el caso de los gemelos—, la pena se puede elevar en 50%, es decir, la sanción máxima será de siete años de prisión. Con respecto a la pena pecuniaria, Solís indica que va de 400 a 600 días de salario mínimo diario (SMD) vigente de multa; en el supuesto planteado, la pena máxima sería de 900 días SMD de multa. Al no ser considerado un delito grave, la persona podría pagar la condena en libertad bajo caución.
Al no ser un delito aislado, sino uno mediato -porque sirve para cometer otro-, en un caso típico de usurpación o suplantación de identidad, alguien obtiene los identificadores de un tercero de una forma ilícita y causa un demérito, pues conlleva al lucro indebido (como un fraude).
Jurídicamente hablando se trata de un concurso de delitos. Solís comentó que queda a criterio del juzgador la acumulación de las penas. Si a la pena máxima de suplantación de identidad —cuatro años— se suma la de fraude, podrían llegar a ser 10 años y ya se convertiría en una sentencia a pagar en prisión (sin libertad bajo fianza).
Además, si se identifica que se trata de delincuencia organizada, la situación se vuelve un delito grave, con sanciones más elevadas. Por ello, la investigación debe hacerse bien para determinar que las conductas fueron cometidas por un grupo delincuencial; de esa manera, las sanciones ayudarían a desincentivar este tipo de delitos.
Solís afirmó que la usurpación o suplantación de identidad es un delito asintomático. La víctima se entera hasta que hay consecuencias graves. Por eso, la recomendación es denunciar apenas uno se dé cuenta de que ha sido víctima de un robo de identidad, porque no se conoce realmente cuál será el impacto que esa situación pueda tener en el futuro.