Alrededor del mundo, la colaboración, el entretenimiento y el consumo han puesto a prueba la resiliencia y escalabilidad de la nube pública. Las aplicaciones en línea están permitiendo a millones de personas continuar con sus actividades en el distanciamiento social. Hace apenas 10 años esto no hubiera sido posible.
Hace ocho días, en menos de dos horas, decidimos que todos en Netmedia trabajaríamos desde casa. Más allá de actualizar algunas laptops, no tuvimos que hacer ningún otro ajuste a la infraestructura o las aplicaciones. Desde hace más de tres años habíamos ido adoptando servicios de nube poco a poco, comenzando por el típico correo electrónico y las aplicaciones de escritorio (con Google G Suite), hasta liberarnos por completo del conmutador, el sistema de call center centralizado y los servidores locales. Adoptamos la suite de comunicación y colaboración Jive, Zoho One (CRM y marketing digital), adoptamos SiteGround para el hosting para nuestras páginas web, utilizamos Wordpress como plataforma para contenido de páginas web y contratamos una conexión de 200 Mbps con fibra óptica de Axtel. La semana pasada, súbitamente, vimos que la transformación digital que habíamos iniciado nos permitía trabajar desde cualquier lugar y dispositivo con tan solo tener una conexión a internet.
A pequeña escala, nuestro caso es representativo de muchas empresas en el mundo. El factor común entre todas nuestras organizaciones es la nube pública. La crisis del coronavirus ha sido una prueba como ninguna otra de la habilidad de las aplicaciones online para escalar de forma dramática, segura y confiable, algo solo posible gracias a las nubes públicas y sus tecnologías habilitadoras.
Sin casi chistar, la infraestructura subyacente permitió a millones en el mundo continuar productivos, combatir el aburrimiento, ejecutar videoconferencias, colaborar en proyectos a distancia, educarse en línea, jugar y hacer streaming de conferencias, un pico de demanda espectacular, no planeado, que hubiera sido impensable hace una década.
Zoom, Slack o Netflix se tornaron más visibles en la conciencia pública que nunca. Detrás de ellos se encuentra Amazon Web Services (AWS), que también soporta su propio servicio de comercio electrónico (el más grande del mundo), Prime Video, la plataforma de juegos Twitch y sus crecientes aplicaciones.
Voceros de AWS no han querido compartir sus estadísticas de demanda, pero al igual que Google Cloud y Microsoft Azure, es un hecho que han respondido al reto provocado por la pandemia sin problemas de disponibilidad y sin cambios notables en latencia.
Los integradores y el ecosistema completo en torno a los servicios de nube están añadiendo capacidad a marchas forzadas para responder a este momento transformador en la historia de la tecnología. El rápido cambio a remote-first está haciendo por la automatización y la digitalización lo que ninguna otra fuerza de mercado había logrado. Hacer realidad el trabajo, el entretenimiento y la colaboración en línea es posible gracias a las soluciones de software que permiten implementar ambientes de aplicaciones de forma rápida, segura y consistente, además del mérito innegable de los proveedores de IaaS.
Algunos proveedores consideran desde ahora que en unos meses la industria verá a la pandemia global como el catalizador que logró despertar a los rezagados y llevar la digitalización a nuevos niveles.
Quién diría que un pequeño virus haría resplandecer a la nube pública y desvelar los últimos mitos en torno a su confiabilidad. El trabajo y la colaboración en equipo jamás volverán a ser lo mismo.
