Mientras en México —gracias al caso de la tesis plagiada de la ministra Yasmin Esquivel— se habla del uso de software para evitar plagios, la docencia a nivel mundial analiza y toma decisiones sobre el uso de ChatGPT en la escuela.
Para algunos, el chatbot de inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés) desarrollado por OpenAI, lanzado a finales de noviembre pasado, es una nueva amenaza para la educación. Para otros, es el inicio de una nueva era en la que habrá que convivir con herramientas de AI.
Por ahora, el Departamento de Educación de la ciudad de Nueva York dio un primer paso: decidió bloquear el acceso a ChatGPT por temor a que la misma tecnología pueda arruinar el aprendizaje, según una nota del sitio Chalkbeat, enfocado en la educación en Estados Unidos.
La portavoz de dicho departamento, Jenna Lyle, explicó que “está restringido en las redes y dispositivos de las Escuelas Públicas de la Ciudad de Nueva York debido a las preocupaciones sobre los impactos negativos en el aprendizaje de los estudiantes y las preocupaciones sobre la seguridad y la precisión del contenido”.
Lyle dijo que “si bien la herramienta puede proporcionar respuestas rápidas y fáciles a las preguntas, no desarrolla habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas, que son esenciales para el éxito académico y de por vida”.
Escuelas en Los Angeles, California (Estados Unidos), y universidades en Australia han tomado decisiones similares.
ChatGPT en la escuela no es el problema
Bloquear ChatGPT puede calificarse como una medida preventiva, pero también llega muy pronto —ni dos meses desde su lanzamiento— y no resuelve ni evita el problema.
Aunque no se tiene certeza, muy probablemente algunos estudiantes —los más tecnológicos— ya se han beneficiado de ChatGPT, desde sus casas. Con una simple consulta, se le puede pedir que escriba ensayos sobre libros, películas y eventos históricos.
Aunque no sea un trabajo escolar profundo, con suerte incluirá información precisa que pueda ayudar a una buena calificación. Pero este problema no es nuevo.
La facilidad por encontrar tareas y trabajos ajenos y plagiarlos ha acompañado a los estudiantes desde tecnologías anteriores.
Apenas esta semana, uno de los fundadores del sitio “El Rincón del Vago”, Javier Castellanos, agradeció en su cuenta de LinkedIn cómo el surgimiento del chatbot ha recordado su creación de 1998, tres meses antes de que naciera Google.
A lo largo de casi un cuarto de siglo, las escuelas y —en específico— el personal docente ha tenido que lidiar con tareas y trabajos obtenidos de Encarta y otras enciclopedias digitales como Wikipedia, sitios como el de Castellanos, o a partir de varias búsquedas simples en internet.
ChatGPT también puede ser una herramienta de ayuda. Una nota de The New York Times revela casos de algunos maestros en Estados Unidos que han integrado la herramienta a sus peticiones de trabajos.
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¿Y en el trabajo?
ChatGPT también enfrentará rechazos, retos y posibilidades en la vida laboral.
El fundador y CEO de Miso.ai, Lucky Gunasekara, ha dicho que en su empresa —un proveedor de servicios de personalización de búsquedas— ya se usa el chatbot para ayudar a escribir publicaciones de blog, copias de páginas de destino, campañas de correo electrónico y contenido de promoción de ventas.
“En esencia, ChatGPT es una gran herramienta para que los simples humanos aceleren su trabajo y amplíen su alcance creativamente. El bloqueo del escritor se da cuando tienes una fecha límite y ChatGPT puede ayudar enormemente en lo que he encontrado que son formas divertidas y agradables”.
En las organizaciones, ChatGPT como muchas otras soluciones de inteligencia artificial pueden ser herramientas útiles y lo mejor será encontrar aplicaciones y establecer límites, antes que asumir una política restrictiva.