Por Eduardo Maurizi, Senior Partner Account Manager de Progress Latinoamérica.
La pandemia por el COVID-19 dinamizó la comunicación digital en los más variados campos. En el universo educativo, estudiantes y docentes de las más diversas latitudes necesitaron adaptarse a una nueva realidad: el aula digital. Las medidas de distanciamiento social impactaron también a quienes deben dar soporte técnico para que esa nueva realidad se traduzca en una experiencia educativa de calidad: los equipos de IT de escuelas y universidades.
El trabajo de monitoreo de clases remotas ya presentaba obstáculos antes de la crisis de salud desatada por el COVID-19. Durante el último año, sin embargo, las dificultades se han incrementado exponencialmente con los cierres de escuelas. Cerca de 1,600 millones de estudiantes de primaria y secundaria en todo el mundo, según cifras de UNESCO, fueron afectados por esta situación. Esto incrementó la magnitud y diversidad de desafíos que la enseñanza remota implica hoy para los responsables de IT.
Los desafíos
Analizamos aquí algunos de los retos que enfrentan estos equipos al respaldar el cambio radical en la forma de educar a los más jóvenes:
- Configuraciones inseguras en los hogares: Los equipos de IT no pueden regular de qué manera los usuarios se conectan a las redes de las escuelas desde el hogar. Es muy probable que las configuraciones iniciales no sean lo suficientemente seguras. La falta de control total del administrador de TI sobre la red también se extiende a la seguridad de todas las redes Wi-Fi. Es probable que las redes domésticas tengan protocolos mucho más vulnerables, lo que puede abrir la puerta a piratas informáticos.
- Cuellos de botella: En ciertos lugares, como las áreas rurales, donde el acceso a internet es poco confiable, es muy probable que se produzcan cuellos de botella. Allí, el poco ancho de banda y el aumento de latencia pueden dificultar que los estudiantes participen sin problemas de sus clases online.
Según un estudio reciente de Common Sense Media, hasta 15 millones de estudiantes estadounidenses cuentan con servicios de banda ancha incapaces de sostener las demandas de la enseñanza remota, donde las instrucciones por video suelen ser preponderantes. De manera similar, unos 400,000 docentes también carecen de conexiones adecuadas. Sin datos disponibles, es de suponer que la situación en Latinoamérica es más grave.
- Usuarios remotos y falta de conocimientos en temas de seguridad: En el intento por adoptar nuevas herramientas y ayudar a los estudiantes a ponerse al día, los administradores de IT e instructores que no han priorizado el aprendizaje remoto en el pasado, pueden terminar usando herramientas que no son seguras y que ponen en riesgo la privacidad de los datos de los usuarios.
- Conexiones OAuth no autorizadas: Los usuarios intentarán aprovechar la proliferación de recursos gratuitos de enseñanza remota, como las aplicaciones de aprendizaje. Existen, sin embargo, importantes riesgos de seguridad relacionados con OAuth, un estándar abierto que permite flujos simples de autorización para sitios web o aplicaciones informáticas. Los piratas informáticos pueden explotar las conexiones OAuth para obtener un token de acceso e iniciar sesión en la red del distrito escolar.
- Dificultades para crear mapas de red eficaces: Para monitorear y solucionar problemas de manera efectiva, es necesario visualizar todos los aspectos de una red de acceso remoto, incluidas las conexiones y dispositivos. Cuando un distrito escolar cuenta con miles de estudiantes, y éstos acceden a los recursos online de manera simultánea, obtener una fotografía en tiempo real de la red resulta una tarea engorrosa y de resultado relativo.
- Falta de acceso físico a los dispositivos del usuario para solucionar problemas: El crecimiento en el número de usuarios remotos significa que la red aumentará tanto en tamaño como en complejidad. Esto dificulta determinar, en forma remota, las causas de problemas en los dispositivos. Nuevamente, la falta de visibilidad completa de la red puede ser un factor. Determinar si los problemas están relacionados con los sistemas, con las aplicaciones o con un objeto físico en la red puede resultar dificultoso.
El escenario educativo está en permanente evolución. Las herramientas y prácticas adecuadas a nivel tecnológico deben dar respuesta inmediata y eficaz a este requerimiento. Los desafíos que el momento presenta, son una oportunidad para un salto cualitativo que las Tecnologías de Información y Comunicación no pueden postergar.