*Por Federico Casas Alatriste, director de T-Systems por 15 años y hoy miembro del Comité Ejecutivo de la empresa.
En las últimas décadas, el movimiento emprendedor ha creado las que hoy son las empresas más valiosas del mundo. Los grandes centros de innovación en California, Israel, Singapur o Irlanda, por mencionar sólo algunos, trabajan incansablemente a través de redes de emprendimiento. Conectan universidades, investigadores, grandes empresas, inversionistas e incluso gobiernos con emprendedores para generar ideas que se convierten en miles de start-ups. Unas cuantas —muy pocas— evolucionan y crecen para llegar a ser las grandes ganadoras en el mercado.
En muchos casos estos ecosistemas de emprendimiento se centran en el sueño de los emprendedores de ser el nuevo Bezos, el nuevo Page o el nuevo Zuckerberg y entonces orientan infructuosamente su energía y sus esfuerzos en imaginar y crear el nuevo Amazon, Google o Facebook.
La mayoría de los ecosistemas emprendedores exitosos están ubicados en el corazón de las sociedades “avanzadas” y por lo mismo, las ideas que se generan ahí se enfocan mayormente a dar solución a necesidades —nuevas o viejas— de esas sociedades.
Los relativamente incipientes ecosistemas emprendedores en nuestro país, y en general en América Latina, se han orientado, con poco éxito, a esos mismos problemas y retos. Tal parece que las probabilidades de éxito de estos emprendimientos seguirán siendo muy bajas si persisten en competir con otros ecosistemas —que cuentan con muchos más recursos— en la búsqueda de soluciones a los mismos retos.
¿Por qué no enfocarnos en encontrar soluciones a retos que son particulares de nuestra sociedad y nuestro entorno? En México y América Latina tenemos problemas muy importantes como la carencia de servicios básicos en zonas rurales o urbanas marginadas, así como la corrupción o la inseguridad, que pueden ser resueltos con tecnología y con nuevos modelos de negocio.
Hace falta conectar los puntos. Tenemos por un lado estos grandes problemas y por el otro las nuevas tecnologías y un potencial emprendedor en jóvenes talentosos que legítimamente aspiran a hacer la diferencia. Es fundamental promover decididamente mecanismos que estimulen a los ecosistemas emprendedores a enfocarse en la solución de estos retos locales.
Lo que hace exitosos a los ecosistemas de emprendimiento es que cada uno de los participantes juegue su papel y no el de los demás. Los mentores, las universidades, las grandes empresas, los gobiernos, los inversionistas, todos tienen su propia área de experiencia. Los protagonistas, por definición, deben ser los emprendedores. Si las universidades, los gobiernos u otros jugadores intentan tomar el liderazgo y convertirse en emprendedores, van a hacer fracasar al ecosistema. Ya lo hemos visto.
Es necesario trabajar coordinadamente entre los distintos participantes para asegurar que los incentivos se alineen hacia las soluciones de nuestros grandes problemas utilizando la tecnología y los apoyos de la academia, del gobierno y del capital de riesgo. Se requiere además creatividad, tenacidad y disciplina en la ejecución, de manera que se incremente la probabilidad de éxito de los proyectos.
Sí, hacer negocio que beneficie a todos a través de la prestación de servicios básicos, de salud y financieros, en zonas marginadas. Sí, hacer negocio aplicando la tecnología para resolver la corrupción y la inseguridad.
Alinear los incentivos. Ganar, ganar y ganar. Los que han estado excluidos, los emprendedores y la sociedad en su conjunto.
