La nube no va a solucionar los problemas IT de la noche a la mañana. A pesar de la gran popularidad y demostrados beneficios que representa, muchas organizaciones se están enfrentando a desafíos que las están haciendo volver a centros de datos tradicionales.
Una reciente encuesta a líderes de IT reveló que 85% de las cargas que se movieron a la nube pública se están trasladando de regreso al data center on-premise. La mitad de ellas ya se regresó y la tendencia parece que va a perdurar.
¿Qué está pasando con la nube? Algunos de los argumentos más repetidos para abandonarla fueron: la pérdida de control sobre las decisiones, costos impredecibles o cargos mayores a los presupuestados, y conflictos con las regulaciones en torno al hosting de los datos.
Esto no significa que la nube esté condenada a desaparecer, pero sí que las compañías deberán administrar mucho mejor sus recursos si quieren aprovechar lo mejor de dos ambientes: público y privado.
Uno de los caminos más cortos para conseguir la eficiencia en su operación es crear un balance entre las aplicaciones que requieren elasticidad o que sean “cloud native” y la información que puede aprovechar las características de la nube privada, con beneficios como simpleza de uso, agilidad, escalabilidad, seguridad y control de los datos.
Ahí es donde aparece la infraestructura hiperconvergente, o HCI por sus siglas en inglés.
Esta infraestructura virtualiza todos los elementos característicos de los sistemas de hardware convencionales. Cuenta, por ejemplo, con un hypervisor, redes y almacenamiento, todo definido por software.