Ciudad de México, 15 de febrero de 2019.- La obsesión por adjuntar el epíteto “inteligente” a todo no es un simple capricho. Cuando los aparatos, las casas, oficinas y ciudades ganan inteligencia hay un elemento al centro que recibe un salto considerable en su calidad de vida y son los ciudadanos. Ese es por lo menos el principio que destacó la mayoría de los speakers del Smart Cities Forum CDMX 2019; la transformación de una ciudad con elementos de recopilación y análisis de datos, automatización y una alianza tecnológica público-privada solo tiene sentido si está centrado en la vida de sus habitantes y cuenta con su participación en el cambio.
La conferencia, organizada por la Federación Internacional del Automóvil (FIA), se enmarca en la competencia de autos eléctricos de carrera Formula E, y moviliza hacia un público ligado a la toma de decisiones la importancia de impulsar tecnologías smart, energías renovables y una planificación urbana y de políticas públicas centradas en los datos y las personas.
De acuerdo a Felipe Calderón, expresidente de México y moderador del panel inaugural, las ciudades inteligentes han pasado en los últimos cinco años de ser solo una posibilidad futurista a una alternativa viable para resolver problemas de caracter global. Contaminación, movilidad urbana, congestión y matriz energética son elementos que no pueden escindirse de la operación de una ciudad y mucho menos del tipo de vida que llevan sus ciudadanos. “Los paises somos productos de nuestras circunstancias”, explicó Andrés Rebolledo, Ministro de Energía de Chile entre 2016 y 2018. “Chile está determinado porque no tiene hidrocarburos. En algún punto, hace cinco o seis años, si uno le preguntaba a cualquier analista, el problema en el país era la energia: cara, sucia, con pocos actores y un mercado muy concentrado. Hacia el 2014 el reto era hacer competitivo el entorno. Se cambió entonces la regulación y se empujó la energía renovable. Hoy el sol, el viento y el agua representan casi la mitad de la energía eléctrica que se genera en Chile. Si queremos evolucionar hacia los vehículo eléctricos y hacía las ciudades inteligentes necesitamos una matriz limpia. Nuestros autos eléctricos van a ser tan limpios como nuestra matriz”, puntualizó.
El caso de Chile es también paradigmático porque en 2018 integró 200 buses eléctricos a su flota de transporte público. La cifra puede parecer pequeña, pero son más que todos los que se vendieron en Europa durante el 2018. Sin embargo, en latinoamérica abundan las experiencias de movilidad inteligente. En el panel también participó Joaquín Andrés Blanco, diputado de la provincia de Santa Fe, Argentina. Blanco explicó que 4.5% del Producto Interno Bruto en su país es generado por la industria automotriz: más de 200 mil empleos, por lo que la preocupación por el impacto posible de las ciudades inteligentes y de los automóviles eléctrics es alta. “En Santa Fe hicimos una ley que busca incentivar que el transporte público, pero también los privados, persigan la movilidad eléctrica: hay mejores condiciones de inversión, alianza publico-privada, el Estado está formando mano de obra calificada para poder habilitar de forma correcta las tecnologías. Incentivamos el mercado incluso eliminando impuestos, para que quienes se quieran pasar a la movilidad eléctrica puedan hacerlo con menos temores”, explicó.
Los panelistas coincidieron en que el transporte público es fundamental en la expansión de estas tecnologías. No se puede pensar la ciudad solo en términos de automóviles. Cambiar todos los autos impulsados por hidracarburos a energía electríca no va a hacer a una ciudad inteligente. El cambio es en gran parte cultural: bicicleta, transporte compartido, manejo inteligente de los datos que la movilización genera. El cambio debe ser sistémico y para eso hace falta una participación de todos los actores involucrados.
Lo público y los esfuerzos compartidos
El exmandatario Felipe Calderón recordó que en el Área Metropolitana de la Ciudad de México transitan más de 11 millones de vehículos, casi un auto por cada dos habitantes. Las personas pueden hacer más de dos horas de camino diario a sus trabajos y esta situación potencia males como la contaminación, la congestión y en general la dificultad para volver inteligentes muchos de los sistemas que habilitan el tránsito por la ciudad. “Una ciudad desarrollada no es aquella en la que los habitantes de menos recursos pueden acceder a un auto, sino aquella en la que los de más recursos abandonan ese medio de transporte y utilizan las alternativas públicas”, recordó Calderón, citando a Enrique Peñalosa, alcalde de Bogotá, Colombia.
Mientras tanto, José Bernardo Rosas-Fernández, director de Innovación Tecnológica de la Ciudad de México, adelantó que la ciudad y los organizadores de la Fórmula E firmarán un acuerdo en matería de tecnología, y que el gobierno de la capital construirá un centro para impulsar el desarrollo de ciudades inteligentes en corto plazo.
“Esto se trata de los ciudadanos. Tienen el derecho de vivir en una ciudad limpia y eficiente. Hay que definir el marco para que el ciudadano defina hacia donde queremos ir en materia de movilidad”, puntualizó Joaquín Andrés Blanco, quien también resaltó la necesidad de generar una alianza continental para potenciar el uso de estas tecnologías. “Dejemos atrás el modelo de la competencia salvaje por uno que permita compartir. Si lo hacemos, América Latina podría aportar mucho a este fenómeno mundial.